jueves, 18 de abril de 2013

058 - Jazz Jackrabbit (1994) - PC

Desarrollador: Epic Megagames
Publicado por: Epic Megagames


Verano de 1.996. Me enfrento a pasar el mes de julio fuera de casa, alejado de mi flamante Pentium-100, de los juegazos que tengo instalados en su disco duro de 1GB (Striker, Stunts, F1 Grand Prix... y otros cuanto más por reseñar) y de mis queridas aunque algo dejadas de lado Mega Drive y NES.

La culpa de la primera mitad de este destierro es mía. Mis amigos y yo decidimos irnos de colonias a un pueblo perdido de la Castilla más profunda. Acompañamos al grupo de tiempo libre de la parroquia de otro barrio ya que las organizadas por la nuestra han sido canceladas debido a lo precario de las instalaciones. El primo de un amigo es habitual, y nos las recomienda encarecidamente. De los quince días que allí pasamos, de la gente que conocimos y de las aventuras que vivimos daré buena cuenta en futuras entradas.

Pero en cuanto a la segunda quincena no tuve ni voz ni voto. La familia llevába un par de años sin salir de vacaciones unida, y se decidió estrenar la flamante (realmente de segunda mano) furgoneta Volkswagen con camas recientemente adquirida para ir de camping. Mi padre era más de hacer viajes largos, parando en cada sitio sólo un día, de tal manera que muchas veces volvíamos más cansados que cuando salíamos. Mi hermana y mi madre se plantaron y exigieron unas vacaciones tranquilas y relajadas. A mí nadie me preguntó lo que opinaba, y supongo que les importaría un pimiento. Creo que hubiera dicho que prefería irme al Polo Norte, con tal de estar con mis amigos. Al final (como tantas otras veces) se impusieron las tesis de las mujeres y se decidió pasar quince días en un pequeño pueblo de la Costa Brava, previo paso por Port Aventura (¡bien!).

Menuda carraca.
Nada más llegar de las colonias, mis padres me metieron en la furgoneta y sin pasar por casa salimos hacia tierras catalanas. Aquella furgoneta VW, precursora de las modernas California actuales, estaba equipado de un motor diesel de poquísima potencia, lo que unido al peso de la carrocería hacía que el trayecto se eternizara. Decidimos hacer noche en un área de servicio nada más cruzar la frontera catalana rodeados de camiones (y con un machete en la mano), para salir temprano por la mañana y cubrir los últimos kilómetros hasta el parque temático. Salimos nada más amanecer, y para las 9 de la mañana estábamos a sus puertas.

Realmente fue un día fantástico. Pese a ser julio no había demasiada gente, y salvo un par de esperas algo más largas pudimos montar en todas las atracciones sin apenas colas (el cagueta de mi padre no montó en el Dragon Khan). Lució un sol radiante lo que hizo de las atracciones acuáticas una autentica delicia. Un día de los de recordar toda la vida.

Montamos hasta marearnos.
Pero en cuanto al resto de las vacaciones... ¡ay! Ni un sólo reproche al lugar. Un cámping estupendo, pegado al mar, con sombras, piscina... pero acostumbrado a pasarme las vacaciones de un lado para otro, se me hicieron eternas. Mi madre y mi hermana se pasaban los días como lagartijas al sol en la playa. Mi padre no es nada playero, y se iba de caminata. A mí la playa me gusta, pero no para estar todo el día. Así que me quedaba en el cámping. Me daba un baño en la piscina de cuando en cuando y me tumbaba a la bartola. Un día así está bien, otro igual, pero quince... Me harté a leer. Me leí la autobiografía de Groucho Marx (muy recomendable), Un asunto de honor de Pérez-Reverte y kilos y kilos de prensa que compraba mi padre.

En el bar del cámping había un Street Fighter II. Alguna que otra vez le pedí algunos duros a mis padres para echarme una partidilla. En una de esas estaba yo tan feliz jugando contra la máquina, con dos créditos. Se me acerca un niño, creo que alemán, ve que tengo créditos metidos y ¡el muy cabrón le da al botón Start! Del grito que le pegué se fue corriendo hasta Hamburgo. Se me fueron las ganas de jugar más al SF2 (era bastante paquete aquel entonces, y tampoco he mejorado mucho) A partir de ahí solamente entré al bar a tragarme las pruebas de atletismo de Atlanta 96.

Micromanía nº 18 (Julio 1.996)
En vista de que no tenía mucho más que hacer, empecé a acompañar a mi padre en sus expediciones para aprovisionarse de periódicos. Y tuvo el detallazo de dejarme comprar alguna que otra revista. Me compré los números de junio y agosto de 1.996 de Hobby Consolas, en los que se hablaba entre otros temas de la salida de Nintendo 64 en Japón y se publicaban algunos mangas dibujados por lectores de la revista. Pero antes que eso me compré por primera vez la Micromanía, atraído por un CD de demos para PC en el que venía Virtua Fighter. ¡Joder, iba a poder jugar en mi PC a un juego de la deseada (y para mi inalcanzable) Sega Saturn!

El CD.
Acostumbrado al tono infantil y tontorrón de la Hobby, Micromanía era toda una revelación. Se veía que estaba dirigida a un público más adulto con inquietudes allá de los juegos. Había secciones sobre música, cine, un relato de ciencia ficción... Me llamó mucho la atención el protagonismo otorgado a géneros típicos de PC como la estrategia, el rol o la aventura gráficas, muy poco presentes en las consolas de entonces. Siendo como era novato en el mundo de los compatibles, todo ello me fascinó y me dejó con ganas de profundizar en géneros y experiencias desconocidas hasta entonces.

En fin, devoré aquellas revistas hasta el último párrafo. Con el mono de jugar que tenía no sé si contribuyeron a que las vacaciones se me hicieran todavía más largas. Pero bueno, todo se acaba y a finales de mes desmontamos el campamento y nos volvimos para casa. El viaje dentro del cascarón vacío que era aquella furgo VW se hizo eterno, pero la típica acumulación de nubes que se iba formando sobre el horizonte nos indicaba que nos acercábamos a nuestro hogar. No sé qué es lo que pasa, pero siempre que vuelvo de vacaciones hace un tiempo horrible en mi ciudad. Y es peor cuanto más tiempo paso fuera.

Menú del CD.
Nada más llegar, antes de deshacer la maleta o cambiarme de ropa, puse en marcha el PC e introduje el CD de demos en el lector. Primera decepción... Virtua Fighter requería de Windows 95 y yo tenía el 3.11... Pero bueno, el CD traía más cosas así que me puse a explorarlo.

Había unos cuantos trailers de películas bastante mediocres (Corsarios del Chip, Flipper y Star Trek Voyager). Índices multimedia de los números de la revista publicadas hasta entonces. Y demos, toneladas de demos. Sobretodo versiones Shareware de grandes éxitos de Epic, Apogee, 3D Realms y algunas otras compañías: Raptor, Tyrian, God of Thunder, Halloween Harry, Mystic Towers, el maravilloso Thunderstrike II... juegos y más juegos que me tuvieron enganchado durante el resto del verano al PC.

La versión del CD sólo incluía el primer episodio.
Y por supuesto, incluía el primer episodio del juego que nos ocupa, Jazz Jackrabbit. Es uno de tantos clones de Sonic The Hedgehog que surgieron a mediados de los 90, y uno de los pocos que tuvo relativo éxito en PC, en los que los juegos de plataformas escaseaban. Desarrollado por un tal Cliff Bleszinski, era un pastiche que entremezclaba elementos jugables de diferentes programas como Zool o el mencionado Sonic.

Primera pantalla.
La malvada tortuga Devan Shell secuestra a la novia de Jazz, Eva Earlong. Nuestra misión es rescatarla, equipados con nuestra pistola y sus diferentes tipos de munición, rompiendo monitores (¿os suena de algo?) para conseguir puntos de vida, bonus y mega-velocidad, en mundos de lo más colorido y variado, a ritmo de música Acid-Jazz. Las fases de bonus eran en una especie de Modo-7 calcado de ¿adivinais que juego?

Segunda pantalla.
Era un programa de lo más jugable, accesible en el control y rápido, muy rápido. La posibilidad de disparar le daba bastante personalidad, y aunque no llegara al nivel de calidad de Sonic (ni de lejos) es un juego del que guardo muy buen recuerdo. Me pasé la demo (eran tres mundos) una y otra vez, hasta sabérmela de memoria. Tuvo una continuación para Windows lanzada al mercado en 1.998 y otra versión para GBA que pasó con más pena que gloria.

Tercera pantalla.
Durante el verano del año siguiente, la revista Tiempo regaló a sus lectores algunos juegos en fundas de cartón, principalmente versiones completas de juegos Shareware de Epic y Apogee (Raptor, Epic Pinball, Realms of Chaos... y alguno más que ya reseñaré más adelante). A mi padre le daban la revista en el trabajo, y los juegos se vinieron para casa. Eran juegos bastante antiguos para entonces, pero en aquellos tiempos pre-internet en los que no había bittorrent o eMule cualquier añadido a la colección, por modesto que fuera, era bienvenido.

 
Gracias a esto tuve la oportunidad de tener al completo algunos de los juegos del CD de Micromanía que tanto me entretuvo. Cosas de la vida, la semana de la entrega del juego que más esperaba, Jazz Jackrabbit, mi padre se ausentó del curro y me quedé sin él.

Pero eBay es grande (quitando a vendedores que se autopujan y gastos de envío desmesurados), y pude encontrar el juego en la versión regalada por la revista. Para casa. Capricho bastante chorra, ya que el juego me lo podría haber bajado de cualquier página abandonware, pero me hacía ilusión tener la colección completa.

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